Pepe Medina http://blogs.publico.es/medina
ieco | Los expertos calculan que las depreciaciones de activos de los bancos por las crisis de hipotecas de EE.UU. llegaron a US$ 200.000 millones y que la factura total superará el billón de dólares.
Por Por Damien Millet * | Le Monde, Especial para Clarin
Desde agosto de 2007, los bancos norteamericanos y europeos atraviesan una crisis grave, que puede llegar a extenderse al sistema económico neoliberal en su conjunto.El monto actual de las depreciaciones de activos a las que tuvieron que proceder supera los 200.000 millones de dólares (127.400 millones de euros). Según los expertos más avezados, la factura superará el billón de dólares.
En Estados Unidos, 84 entidades de créditos hipotecarios quebraron o cerraron entre el 1 ° de enero y el 17 de agosto de 2007, contra 17 solamente en todo el año 2006.
En Alemania, el banco IKB y el instituto público SachsenLB fueron salvados por un pelo. Inglaterra tuvo que nacionalizar el banco Northern Rock en quiebra. El fondo Carlyle Capital Corporation, allegado al clan Bush, acaba de fundirse: sus deudas representaban 32 veces sus fondos propios.
En cuanto al prestigioso banco estadounidense Bear Stearns, tuvo que pedir ayuda a la Reserva federal de Estados Unidos para obtener una financiación de emergencia: será comprado por el JP Morgan Chase por una bicoca.
Así, varios segmentos del mercado de la deuda están desmoronándose y arrastran en sus tribulaciones a los poderosos bancos y fondos de inversión (hedge funds) que los habían creado. El rescate de esas instituciones financieras privadas es realizado gracias a la intervención masiva de los poderes públicos.
Surge, pues, una pregunta: ¿por qué los bancos, que hoy no vacilan en cancelar deudas dudosas por decenas de miles de millones de dólares, siempre se han negado a anular los pasivos de los países en desarrollo? Están demostrando que es posible y absolutamente necesario.
Recordemos que las deudas actuales reclamadas por los bancos a esos países fueron originadas por dictaduras criminales, regímenes corruptos, dirigentes fieles a las grandes potencias.
Los grandes bancos prestaron sin hacer cálculos a regímenes tan poco recomendables como el de Mobutu en Zaire, Suharto en Indonesia, a las dictaduras latinoamericanas de los años 1970-1980 sin olvidar el régimen de apartheid en Sudáfrica.
¿Cómo pueden seguir infligiendo el yugo de la deuda a pueblos que han sufrido regímenes dictatoriales que ellos mismos financiaron? En el plano jurídico, numerosas deudas odiosas figuran en sus libros contables y no han sido reembolsadas. Pero los bancos continúan exigiendo sus pagos.
Recordemos asimismo que la crisis de la deuda del tercer mundo fue provocada en 1982 por la suba brutal y unilateral de las tasas de interés decidida por la Fed.
Antes, los bancos privados habían prestado a diestra y siniestra a tasas variables a países ya hiper-endeudados, en definitiva incapaces de hacer frente a sus obligaciones. La historia se repite, pero esta vez en el Norte, y de una manera específica: los hogares sobre-endeudados de Estados Unidos no pueden pagar sus préstamos hipotecarios a tasa variable ya que la burbuja del sector inmobiliario estalló.
Las cancelaciones de deuda que los bancos realizan dan la razón a todos los que reivindicamos una cancelación de la deuda de los países en desarrollo: esta deuda pública del tercer mundo con los bancos internacionales alcanzaba 181.900 millones de dólares en 2006, o sea una suma inferior a lo que acaba de cancelarse en unos pocos meses...
Los grandes bancos privados cometieron una triple falta: construyeron andamiajes desastrosos de deuda privada que desembocaron en la catástrofe actual. Prestaron a dictaduras y obligaron a los gobiernos democráticos que las sucedieron a devolver hasta el último centavo de esa deuda odiosa; se niegan a abolir la deuda del tercer mundo, aunque su reembolso implique un deterioro de las condiciones de vida de las poblaciones.
Debemos exigir, por lo tanto, que rindan cuentas. Los gobiernos de los países del Sur deben realizar auditorías de su deuda, como lo está haciendo actualmente Ecuador y repudiar todos sus pasivos odiosos e ilegítimos. Los banqueros les demuestran que es posible. Será el primer paso para devolver a las finanzas el papel que les corresponde, el de herramienta al servicio del ser humano. De todos los seres humanos.
Traducción de Cristina Sardoy
*Vocero del Comité para la anulación de la deuda del tercer mundo y Eric Toussaint (presidente del CADTM, Bélgica)
http://www.ieco.clarin.com/notas/2008/03/31/01638664.html
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